El hidrógeno verde en el mapa de las renovables

Con la vista en 2030, comienza la cuenta atrás del Gobierno español para dar el impulso definitivo a la apuesta por fuentes energéticas renovables. El objetivo es descarbonizar nuestro sistema económico de manera definitiva desarrollando alternativas al combustible tradicional.

El desarrollo del parque automovilístico pasa por una apuesta en la investigación de nuevos modelos que permitan la ampliación del uso de renovables, tanto en el transporte individual como en la logística del sector industrial.

En esta línea de explotación de las nuevas energías limpias en el sector industrial, el ‘Hidrógeno verde’ se presenta como una de las opciones más atractivas para generar este combustible solo a través de fuentes primarias renovables.

Para su obtención, es necesario llevar a cabo el proceso de electrólisis en el agua en el que separar el oxígeno del hidrógeno y que es posible aplicando energía 100% renovable, procedente de fuentes solares.

El uso del hidrógeno como combustible ofrece un gran potencial que combina las altas reservas disponibles a nivel global con la ventaja de que, durante el proceso de combustión, tan solo emite vapor de agua, sin ningún tipo de gas de efecto invernadero.

Desarrollo incipiente y escaso desarrollo industrial

Sus aplicaciones como combustible en sector industriales clave permitirá un reajuste significativo de los niveles de emisiones actuales. Sin embargo, el desarrollo incipiente de la tecnología para la extracción del hidrógeno verde no ofrece una solución rentable a gran escala que compense el alto porcentaje de energía que se consume en durante el proceso de extracción.

Para ampliar sus posibilidades, El Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico presentó el pasado octubre de 2020 la conocida como ‘Hoja de Ruta del Hidrógeno’. En ella se establecen los objetivos para impulsar la inversión en este ámbito que permita su desarrollo tecnológico.

Utilizando parte de los fondos de recuperación europeos ‘Next Generation’ para sufragar la inversión, esta propuesta aspira a estar más cerca de poder combinar los objetivos indispensables de gestión sostenible de la energía y una producción competitiva que pueda aplicarse en todos los sectores de la industria.

La inversión en investigación permitiría resolver el problema de eficiencia energética que plantea la obtención del hidrógeno y que supone una pérdida de entre un 20% y un 40%, dependiendo del sector.

Un combustible para el transporte del futuro

El hidrógeno puede convertirse en la mejor combinación de la energía fotovoltaica gracias a su capacidad para ser almacenado en pilas de combustible.

Este dispositivo, permitiría aprovechar los excedentes de energía eléctrica que se generan y superar las dificultades de almacenamiento que arrastra la propia energía solar.

Gracias a este sistema, su aplicación en el sector de transportes y movilidad supone un avance en la duración de la batería actual en coches de renting eléctricos. Esta opción podría ampliar la autonomía de recorrido en cada vehículo, tanto en flotas de empresa como en vehículos individuales y maquinaria industrial.

Por este motivo, esta combinación ofrecería una solución 100% renovable a la que muchas empresas ya auguran un interesante potencial aunque, por el momento, su reciente desarrollo no ofrece garantías competitivas y el precio de su producción resulta más costoso frente a otras renovables.

Lo cierto es que, si bien su desarrollo es muy reciente, no ofrece garantías competitivas respecto a otras energías renovables con décadas de trayectoria. En la actualidad otras renovables en España, como la energía eólica y la fotovoltaica, cuentan con una tarifa media más baja.

A medida que aumente la inversión en investigación en hidrógeno y se amplíe su aplicación industrial, esto provocará un abaratamiento del coste del producto y su ampliación a sectores empresariales tales como el transporte, la industria logística, la alimentaria o la química.